viernes, 26 de diciembre de 2014

Título: "Capítulo final, una proyecto de historia" o "Evaluaciones, las que siempre creemos necesarias al terminar un año"

.
Me he hallado tantas veces llorando de pena, al parecer tengo un tema con los años pares y este no es la excepción, a medida que vaya creciendo espero no escribir de esta manera tan personalista y aprender a hacer historias que siempre son más amenas y producen otros estados de ánimos tanto para quien las lee como para quien las escribes. La volá.

Tengo un amigo-amor-amigo-amor-amigo que me dice que siempre debo ser positiva y tomarme las cosas "con andina" y bueno, eso intentaremos hacer:

("Haremos", porque soy Irene, yo y mi otro yo, tal vez su nombre no es Irene)

No quiero relatar el año paso a paso, sino pulso a pulso, en cada espacio donde la pequeña saltamontes ha tomado aire y posición para el siguiente impulso y es que ha pensado tanto en el suicidio que no sabría de que otra manera hacer realidad el positivismo.
Lo más bonito ha sido el amor, que curiosamente hoy ya no existe -dijo que no me quería y que estaba mejor antes , pero cumplió un rol de esperanza entre tanta cesantía, adaptación, abandono de logros y otras cosas.
La independencia en Independencia se acabó y volvemos donde no esperábamos llegar y no estamos gratamente sorprendidos de nada pues es todo tal o peor de lo que lo imaginábamos, acá corre sangre y estorbamos.

Aquí no hay dos días en la vida para los que no nací, sino dos cosas en el año que no creí ver.
La primera es la muerte, una muerte esperable pues había enfermedad de por medio, pero no lo que conllevaba ésta. Viajar al sur, estación Requegua, frío con cara de lluvia y como absoluta extranjera caminar por una casa que no para de traerme recuerdo, -damos el pésame y no vamos a la tarde-, pero eso no ocurrió, bueno, a mi no me ocurrió. Una bruma de pena recorría los espacios mientras conversábamos y contábamos historias sobre antes, reconociéndonos de a poco como familia: Los primos, nos juntamos para despedir al Tata, progenitor de una dinastía de hombres y mujeres con una nube de desventuras y malas rachas, pero con un corazón más grande que el sol que entrega amor a cambio de nada, que entrega sabiduría a cambio de nada, que entrega experiencia y todo con el solo hecho de verte crecer, en lo que uno crea pertinente crecer, pero crecer. Bueno, esa manera de ser yo no la conocía y tenía vagos recuerdos de lo que eso significaba, criada bajo el criterio de personas duras, hipersentimentales y sobreactuadas es difícil ver el bien por el bien sin que haya trasfondo o algo que obtener. Para que logren impregnarse de esto, mientras escribo debo recordar esos días y el solo hecho de hacer ese ejercicio me envuelve una sensación confortable con cosquilleos en la cabeza haciendo casi una teletransportación a ese paradero, a esa casa, al patio y el olor a tierra removida, al comedor con olor a caldo y la radio cincuentera, a la cocina y el té remojado y los huevos de campo, al pasillo helado, a la pieza de la Lila y ella blanquecina preguntando como me va en el sindicato, sus manos flacas y su expresión de tristeza, pero acogedora y única en su cariño -necesito volver-. Eso es lo que siento.
Los demás cumplieron y se fueron, yo no me fui, me quedé hasta el final de todo, sentí y lloré como si nunca hubiese abandonado la casa de los tatas, como si hubiese vivido todo lo que mis primos extrañaban, se metieron dentro de mi y yo dentro de ellos, de mi hermano mayor duro, ahora inconsolable, de su padre como mi padre y el Tata como El gran Pez y al final todos juntos prometimos no separarnos más y vernos lo más que pudiésemos y la casa grande se convirtió en La Casa de Todos, otro concepto más que yo no conocía. Posterior a eso nos hemos visto en cumpleaños y Fiestas Patrias, llevamos un rato sin juntarnos, cada uno con temas de pega y estudio, pero esperando ese verano que se avecina para vernos, estamos cumpliendo y yo espero ansiosa, porque cada ida y venida de ese hermoso pueblo ha impregnado poco a poco esa manera de amar que tienen, de cuidar, de acoger, de sentir, de expresar, de decir la verdad. La muerte triste trajo a mi vida todo esa vida y yo nunca creí que eso fuera posible, una muerte que trae vida y que no pienso perder.

La segunda de esas cosas fue la contradicción principal, pero esta no la quiero describir hoy, pues de hoy al 31 de Diciembre pueden pasar muchas cosas, vienes hasta un proyecto de reforma entremedio, así que será un deuda pendiente hasta el 2015.

Nos leemos en Enero, año culia'o ándate luego, pues voy rauda con un machete haciendo camino al andar.

[Manifiesto - Angelo Pierattini y Las Calaveras Errantes (tributo a Víctor Jara)]
 

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Desenlace

Y las ganas de pelear por este amor son acribilladas con balas de odio, cae la sangre y se pierde en un alcantarillado más. Tus ojos no pueden ver de la rabia que guardas, los míos están nublados de pena. ¿Cuánto daño más nos pueden hacer?