jueves, 24 de abril de 2014

Sicopateando

Al finalizar este día me he encontrado tomando micro en Fontova con Diego Silva, para los no entendidos comuna de Conchalais, después de comerme un rico completo en El Pipe Pollo. Con mi tubo de propaganda del 1ero de Mayo me subo a la 223 y me dispongo en un asiento agotada, satisfecha y rancia hasta que en zapadores mis ojos ven a un chiquillo medio panketa en el acordeón del bus. -Mijito rico- me vine diciendo todo el camino en mi mente embobada hasta que el jovencillo se baja en el McDonald y me doy cuenta que yo me bajaba en la otra. Lo miré sin disimular hasta que desapareció entre los locales en la esquina de Gamero -no, no pasé desapercibida, ni siquiera lo intenté.
Caminé a esperar el ascensor del edificio y para variar de los tres está uno malo, otro a medias y uno bueno y subir 22 pisos por la escalera con unos kilitos de propa no era ni mi pretensión ni opción, así que me distraje leyendo el diario mural. Me hallaba muy entretenida -ironía- en esa situación hasta que me dicen "súbete, te toca" y por supuesto, como soy Valdivia, en el reflejo del vidrio antes de darme vuelta veo que la voz imponente que me habla viene nada más y nada menos que de... sí, el panketa.
Ante tamaña vergüenza, dignamente dije "bacan" y nos subimos juntos al ascensor - y el resto de gente que no importa".
Sólo sonreí, el se bajó primero, en el 17 y camino. El punto de todo esto es que hacia donde camino hay solo cuatro departamentos -sacando la cuenta de la distribución del piso según el mio- y la puerta se escucho abrirse a lo lejos, así que de los cuatro me quedo con dos de los cuales puedo deducir la numeración por la poca creatividad del arquitecto en la mezcla piso-número que nos designan.
Para terminar, les prometo que lo voy a encontrar. Muajajaja.
Así un día normal.
¡Buenas noches!

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