sábado, 4 de febrero de 2012

Dulce y sensual adicción...

Un dulce desafío: ¿Cómo usted le daría a la bola nº 2? (Si no sabe es la azul)

Siempre me negué, ante la creencía popular, a admitir que los sábados me han sabido a fomedad siempre. Dirá usted que estoy loca, pero más que eso, es que soy muy seriota.
Dentro del catálogo de mi carrete/malón/rumbasambamambo el que más me agrada es el del día Viernes, ese que de verdad te quita toda la asquerosa carga de la semana; claro, si fuese sólo estudiante, preferiría dormir el Viernes y carretearme el sábado, pero cuando una le lleva el trabajo éste se transforma en el mejor día para despercudir el cuerpo, ya que uno se arranca con los pares de la pega, con los amigos que estan en situación laboral al igual que uno, o en su defecto muy perfecto, encontrarse con alguien en la micro o metro cuando vas de vuelta a la baticueva. Además, a eso puedo sumarle que hace poquito más de un año mis Viernes se han visto solventado por una frase muy particular: "Sácate una mesita", de buenas a primeras, para que mentir, esta me tomó como una inexperta total, me sudaban las manos tanto que resbalaban de ellas esa herramienta larga y punteaguda que le da movimiento al juego, a medida que pasaron un Viernes, trás otro, trás otro, mis ojos comenzaron a ver ángulos en todas partes, en cada esquina: rectos, obtusos o simplemente extendidos, pero ahí estaban indicándome que si no se puede a una banda será o dos o incluso tres, nunca había explorado tantas posibilidades con tan pocos segundos para tomar una decisión.
Todo va bien, soy una mujer con decisión, sé lo que quiero, sé como obtenerlo en mi cabeza también sonó The Clash y hay un equilibrio perfecto, hasta que un día, pasado las cinco y media de la tarde sonó mi teléfono móvil, era su voz, repitió la frase anteriormente evocada y yo acepté, al cortar me sentí extraña, pero no le tomé importancia, sabía la hora, conocía el lugar, sólo debía llegar. Todo aconteció con normalidad: humo, risas, bebidas fruna, ángulos por todas partes, golpes, tiza; en fin, llegó el fin y al volver a casa impregnada de olor a encierro y exceso me di cuenta cual era el problema, hoy es Lunes. Me perturbé y después me dije: ¡calma, es sólo un día más, no volverá a suceder! Después de eso todo fue la ruina, cada vez frecuentabamos más ese lugar y si ya estaba por cerrar o no era su día de turno recurriamos a otro de peor reputación y sino otro peor y ya no sólo era Viernes y Lunes, sino Martes, Miércoles, Jueves, Sábado e inclusive el sagrado. Cada vez entendí mejor los trucos y las jugadas y mis adversarios pasaron de ser inmensos a ser mis pares y a veces hasta menores.
Hoy en día...
Lo siento, pensar en esas mesas no me dejan acabar, lisas y rápidas mesas, sensuales y quemadas mesas...

[Fin de la transmisión]

[Suena: Lacrimosa  Wolfgan Amadé Mozart ]


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